
Ana Ayala, Camila Cruz, Victoria Mendizábal y Valentina Parodi

Cómo los jóvenes crean comunidades lectoras en las redes sociales
Mediante la vidriera que es TikTok muchos jóvenes leen y lo comparten, pero antes de esta plataforma hubo otras con la misma finalidad: incentivar la lectura y compartir el amor por los libros.
Por Ana Ayala

Desde fines de los noventa Argentina está más naturalizado al uso de las tecnologías, es así como en la actualidad las redes sociales toman un lugar importante en la vida de las personas.
Las redes sociales dan la posibilidad a los usuarios de comunicarse con otros de manera inmediata; muchos jóvenes las usaron como un espacio para crear comunidades según sus intereses. Es así como surgieron los creadores de contenido de literatura, con aplicaciones como YouTube, Instagram y TikTok.
YouTube continúa siendo una de las redes sociales más importantes y es en esta donde se creó el fenómeno de los booktubers, palabra que surge de la combinación de book, “libro” en inglés, y youtuber, “creador de contenidos de YouTube”. Su finalidad era leer libros y compartir con otros sus reseñas. Todavía incentivan a la lectura y comparten el amor por ella. El primer booktuber surgió en septiembre de 2011 con Elizabeth Vallish, una joven estadounidense. En los países de habla hispana empezó en 2012 con jóvenes mexicanos y españoles.
Francisco Albarello, doctor en Comunicación Social, dijo: “Estos nuevos mediadores culturales recrean lo que se llama la lectura por contagio, que es la idea de contagiar a otros la pasión por la lectura, generalmente de libros largos y de secuelas con el segmento adulto joven de literatura que mueve mucho el mercado editorial”. Los creadores de contenido comparten sus opiniones con un lenguaje informal, por eso, alcanzan a miles de personas y logra que la literatura llegue a varios públicos. Muchos creen que los jóvenes no leen y que las redes sociales no tienen nada de enseñanza para ellos, pero sucede todo lo contrario con dicho movimiento como los booktubers.
Por un lado, son más que todo jóvenes los que generan este tipo de contenido, debido a que se les facilita por el hecho de haber nacido en un entorno moldeado por las tecnologías digitales. Albarello comentó que esto sucede debido a que los que ya están habituados a lo digital les resulta más fácil incorporar las nuevas aplicaciones y además son los que tienen más curiosidad y deseo de explorar. Por otro lado, los usuarios que ya creaban contenido en YouTube llegaron a Instagram, la red social de fotografía más utilizada en el mundo.
Las redes sociales permitieron que se forme una comunidad de apasionados por la lectura sin importar fronteras. Crédito: Ana Ayala.
En 2011 surgió la popularidad de los hashtags o etiquetas, lo cual facilitó a los usuarios descubrir contenido que los demás usuarios compartían. Relacionado con esto se creó el término bookstagrammer, de la unión de libro e Instagram, ellos compartían información sobre sus lecturas de la mano de la fotografía. Muchos usuarios que ya creaban contenido en YouTube usaron como segundo recurso esta nueva plataforma. Sus publicaciones se basan en fotos de libros en donde crean un ambiente en torno a estos para generar mayor impacto visual. Este jugó un papel diferente al de los booktubers, ya que no contaban con videos, sino que dependían de captar la atención por medio de imágenes y de texto.
Otra función de Instagram son los comentarios de cada publicación, en donde los usuarios intercambian sus opiniones sobre las obras que han leído. Varios empezaron por el simple hecho de querer un lugar en donde compartir sus lecturas favoritas, otras para utilizarlo como complemento de algún blog, y otras para reseñar libros y mostrar las novedades. Cada cuenta tiene un estilo propio en el que se cuida muy bien el aspecto visual, además crean una comunidad de interacción y así llegan a colaborar con editoriales o autores por medio de las reseñas.
Después de estos fenómenos creados a partir de usuarios en YouTube e Instagram, aparecieron los booktokers, debido a la nueva aplicación conocida como TikTok. “Hay una hibridación en donde las redes sociales son evoluciones de redes anteriores, mutaciones que tienen que ver con, por un lado, la evolución del dispositivo, por otro lado, de los usos y apropiaciones de los usuarios”, explicó Albarello. TikTok se caracteriza por que se pueden crear, compartir, y descubrir videos cortos que duran entre quince segundos hasta un minuto.
Créditos: Ana Ayala.
Para aquel que ya pasó por Facebook y por Instagram le es más fácil migrar a TikTok. Fue así como jóvenes entre 15 y 20 años crearon un nicho denominado bajo el hashtag booktok, estos hacen prácticamente lo que han hecho tanto los booktubers como los bookstagrammers, recomiendan libros, pero con diferencia que tienen pocos segundos para captar la atención de los visitantes. También, están muy atentos a los trends y usan música de fondo que está de moda en la aplicación, ya que varios usuarios la están usando. Asimismo, dispone de la opción para ver en qué horario es adecuado publicar teniendo en cuenta el momento en que sus seguidores utilizan más en esta.
Albarello comentó que para él son mediadores culturales que de algún modo toman el lugar tradicional ocupado por la escuela, por los críticos literarios y por los periodistas especializados. La diferencia que tienen es que son jóvenes que les recomiendan libros a sus pares siguiendo la lógica propia de las redes sociales. Estos se manejan más con los gustos, el fanatismo o con los autores favoritos, además, las reseñas que hacen van más en la línea del fan. Muchos tienen incluso cuentas tanto en YouTube, Instagram y TikTok, en donde las usan con sus diferentes funciones y así generar más presencialidad en las redes. Por ejemplo, en TikTok se da la opción de anclar directamente el usuario de Instagram en el perfil y así se facilita a los seguidores a encontrarlo con tan solo un clic.
La resistencia a lo audiovisual sigue existiendo, debido a que la escuela como institución estuvo siempre más centrada en el libro como dispositivo de enseñanza. “La imagen siempre fue desvalorizada y subestimada porque se la comparaba con el libro desde una educación centrada en la linealidad, mientras que la imagen se la adjudicaba el lugar de la distracción, del entretenimiento, de la cultura popular y no lo académico ni la enseñanza”, agregó Albarello. Lo visual tiene muchas riquezas como este fenómeno de jóvenes que incentivan la lectura a través de videos cortos con un lenguaje informal, en donde hacen leer incluso a aquel que nunca leyó en la escuela, pero al ver que otros lo hacen no lo consideran como algo lejano.
En las tres aplicaciones los usuarios comparten su afición por la lectura y crean comunidades. Actualmente, en donde la atención de los usuarios se va en segundos, lo que ofrecen estas plataformas es el poder recibir información relevante en poco tiempo y sembrar por lo menos ese interés de continuar escuchando o aprendiendo más.



